Die Halloween-Party
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Die Halloween-Party
Seit einigen Jahren wird Halloween auch in Deutschland immer beliebter. Vor allem kleinere Kinder laufen gern verkleidet von Haus zu Haus und rufen „Süßes oder Saures!“ Das bedeutet so viel wie: Gib uns Süßigkeiten oder du bekommst Ärger! (Gib uns Süßes oder wir geben dir Saures!)
In unserem Freundeskreis veranstalteten wir letztes Jahr eine Halloweenparty. Wir hingen überall dunkle Stoffe auf und dekorierten die Räume mit Spinnweben und Fledermäusen. Jeder trug ein Kostüm: Die Kinder waren als Teufel, Zauberer und Hexe kostümiert, ich war ein Gespenst, Jan kam als Vampir und Laura hatte sich mit Klopapier als Mumie verkleidet. Ein Freund hatte sogar seinem Hund das Fell toupiert, damit der aussah wie ein Werwolf. Aber die beste Verkleidung trug Daniel – er hatte sich ein riesiges grünes Monsterkostüm gebastelt. Das war bestimmt viel Arbeit.
Unsere Nachbarn wussten von unserer Party und wollten unbedingt unsere Kostüme sehen. Also zogen wir am frühen Abend durch die Straßen, klingelten an jedem Haus und riefen „Süßes oder Saures!“ Die Nachbarn waren so begeistert, dass sie uns jede Menge Süßigkeiten gaben. Die packten wir in unseren Sarg, den wir aus Pappmaché gebastelt und auf einen Handwagen gestellt hatten.
Wieder zu Hause, feierten wir weiter und naschten den ganzen Abend Süßigkeiten. Ich glaube, bis nächstes Jahr Halloween ist mein Bedarf an Süßigkeiten gedeckt.
Traducción
La fiesta de Halloween
Desde hace unos años, Halloween es cada vez más apreciado, también en Alemania. Fundamentalmente consiste en que los niños pequeños corran de casa en casa disfrazados y gritando «¡Truco o trato!», que en realidad significa: danos chucherías o te vas a enterar!
En nuestro círculo de amigos organizamos todos los años una fiesta de Halloween. Colgamos tela oscura por todas partes y decoramos las habitaciones con telas de araña y murciélagos. Cada uno lleva puesto un disfraz: los niños van disfrazados de diablos, magos y brujas, yo iba de fantasma, Jan de vampiro y Laura se había disfrazado de momia con papel higiénico. Un amigo incluso había cardado el pelo de su perro para que pareciera un licántropo. Pero el mejor disfraz lo llevaba Daniel: se había fabricado un disfraz verde y gigante de monstruo. Seguramente le costó mucho trabajo.
Nuestros vecinos sabían de nuestra fiesta y querían ver nuestros disfraces. Por la tarde fuimos por las calles llamando a cada casa y gritando «¡Truco o trato!». Los vecinos estaban tan fascinados que nos dieron un montón de chucherías. Las metimos en nuestro ataúd, que habíamos construido con papel maché y que llevábamos sobre un carrito de mano.
De vuelta en casa, seguimos festejando y comimos chucherías durante toda la noche. Creo que hasta el año que viene están ya cubiertas mis necesidades de dulce.