Ein Regentag im Herbst
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Transcripción

Ein Regentag im Herbst
„Brrrr, wieder so ein verregneter Herbsttag,“ dachte ich, als ich am Morgen aus dem Fenster sah.
Eigentlich liebe ich ja den Herbst. Wenn sich das Laub färbt und von den Bäumen fällt, ist alles so schön bunt. Auf den Feldern ist der Mais reif, und in den Gärten wachsen riesige Kürbisse. Außerdem bauen wir im Herbst immer einen Drachen, den wir im Garten steigen lassen. Gestern war der Wind aber so stark, dass unser Drachen in einem Baum hängenblieb. Und weil es dann anfing zu regnen, konnten wir ihn nicht gleich wieder herunterholen.
Heute war auch wieder so ein Regentag. Also beschloss ich, zu Hause zu bleiben. Nur Vati wagte sich vor die Tür. Er wollte mit dem Laubbesen noch schnell die Blätter zusammenfegen, die der Wind von den Bäumen geweht hatte. Ich kochte mir da lieber einen Tee, setzte mich in einen gemütlichen Sessel und schaute aus dem Fenster. Auf dem Baum saß ein Eichhörnchen, das genüsslich eine Weintraube fraß, und auch ein Igel lief durch den Garten und suchte Früchte, um sich auf den Winter vorzubereiten.
Plötzlich traute ich meinen Augen kaum: Mein Vati begann wie ein Kind in einer Pfütze herumzuspringen und spritzte dabei den armen Igel nass. So ausgelassen hatte ich meinen Vati noch nie gesehen. Aber der Igel hätte sich in diesem Moment sicher einen Regenschirm gewünscht.
Traducción
Un día lluvioso de otoño
«Brrrr, otra vez un día lluvioso de otoño», pensé cuando miré por la ventana por la mañana.
En realidad me encanta el otoño. Cuando el follaje cambia de color y caen las hojas de los árboles, se pone todo precioso y colorido. En los campos, el maíz está maduro y en los jardines crecen calabazas gigantes.
En otoño siempre fabricamos cometas que dejamos volar en el jardín. Ayer hacía un viento tan fuerte que nuestra cometa se quedó enganchada en un árbol. Como empezó a llover, no pudimos bajarla inmediatamente.
Hoy ha estado otra vez el día lluvioso, por lo que he decidido quedarme en casa. Solo papá se ha arriesgado a salir a la puerta. Quería barrer con el rastrillo rápidamente las hojas que el viento había soplado de los árboles. Yo he preferido prepararme un té, sentarme en el sillón y mirar a través de la ventana. En el árbol he visto una ardilla que gustosamente se estaba comiendo una uva, y un erizo corriendo a través del jardín buscando frutos para prepararse para el invierno.
De repente, no podía creer lo que veían mis ojos: mi papá ha empezado a brincar en un charco como un niño y ha empapado al pobre erizo. No había visto nunca a mi papá así de travieso. Seguramente, el erizo ha deseado en ese momento tener un paraguas.